¿Nos vamos a Benidorm? Pues claro
Todo surgió de una manera inesperada a una propuesta de mi amigo Manu el cual por motivos de trabajo se desplazó a la localidad alicantina de Benidorm. Y quien iba a decir que NO a esa propuesta. Pues eso que gracias a mis compis de curro pude escaparme unas horas antes y poder salir el lunes a las siete de la mañana para Benidorm. Fue una ruta totalmente desconocida ya que nunca había estado en esa zona. Después de cinco horas y media me planté allí con unas ganas de cambiar de vehículo y poder rodar con la bici.
El día estaba algo nublado y muy ventoso, a la una de la tarde ya estábamos montados en nuestras máquinas, con el estomago vacío pero con unas ganas locas de salir a rodar. Ese día pudimos completar una ruta de 63 km por la carretera N-332 hasta casi llegar a Benissa con un aire en contra brutal y calándonos bastante ya que una nube le dio por descargar, aunque nos sentíamos super felices, por compartir ese momento,esos kilómetros, esa lluvia, ese viento que casi nos tiraba de la bici….
A la llegada al apartamento el cual disponía de unas instalaciones inmejorables con sauna, jacuzzi, piscina y un mini gimnasio, no nos lo pensamos ni un segundo, le metimos leña a la sauna para entrar en calor y quitarnos el frío de la ruta. Entre charlas, sauna, jacuzzi nos dieron las siete de la tarde y sin comer. Vaya pagaron pille, patas arriba y la cosa mejoró un poco…..Ahora nos quedaba ir hacer la compra ya que entre pitos y flautas no teníamos que comer salvo algunas barritas de cereales. Carro hasta los topes, cena y a descansar que había que aprovechar el resto de días.
El segundo dia habíamos planeado una ruta de 90 km la cual se alargó hasta los 153 km, casi nada…. Por un terreno “comanche” donde no había un metro de terreno llano, constantes subidas y bajadas.
En lo único que pensaba era cuando podría ver el mar. En todo momento fuimos rodando por el interior. ¿Quien dijo que Alicante es llana? madre mía,,,,, Y al final ante mis ojos el mar apareció, como el que ve un oasis en el desierto.
Mis sensaciones eran de agotamiento psicológico y tenia unas ganas de llegar a casa que no podía con ellas llevabamos 115 km en las piernas, y de pronto mi compañero de fatigas dice por que no alargamos un poco… no sabia si darle un estacazo :-), ir para casa o que hacer. Iba con la reserva encendida y después de un alto técnico para reponer energías
vi la luz pudiendo completar los kilómetros que habíamos planeado, en el fondo estábamos allí para disfrutar de la bici y aprovechar al máximo el tiempo
Ese día no pudimos disfrutar de la sauna y del jacuzzi, ya que nos pillo el toro, pero si pudimos dar un paseo a la noche para bajar la fuente de pasta que comimos.
En el tercer dia Manu había planeado subir Coll de Rates y Vall de Ebo y alargar por Denia. El día se esperaba duro y más si cabe después de la paliza del día de antes, así que había que había que tomar un buen desayuno.
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El dia no defraudo en absoluto y lo disfrutamos cada metro, después de desviarnos de la N-332 y rodar unos kilómetros nos cruzamos con el Team Caja Rural, se respiraba el ambiente del ciclismo profesional, cruzándonos con numerosos equipos y corredores en solitario, realizando entrenamientos en grupo o específicos. Tuvimos la suerte de rodar en toda la ascensión al Coll de Rates a rueda de tres corredores del Team BMC y un corredor de ciclocross Belga, No me lo podía creer, subimos a marcheta con ellos, sensacional.
Y para colmo decidimos seguir el ascenso hasta la cima del Coll de Rates y coronarlo, subida exigente con una pendiente continua que no baja del 10% y zonas del 16% e incluso más. Las vistas merecían la pena..
Tocaba bajar y continuar pero antes parada técnica para un cafecito y comer algo.
Continuamos camino hacia Vall de Ebo el siguiente puerto de la jornada, puerto tendido de unos 10 km, sin muchos desniveles excepto los primeros kms, pero que costaba imprimir cadencia a los pedales.
Después de ascender el segundo puerto de la jornada, rodamos por terreno llano hacia Denia donde pudimos comer algo sobre las cuatro de la tarde ya que nuestros estómagos nos pedían comida solida y que no fuesen barritas y geles…
El avituallamiento nos sentó de maravilla, concretamente me pedí un bocadillo de atún, mahonesa, alcaparras y cebolla que estaba buenísimo.(Y que a partir de ahora lo voy a incluir en mi dieta).
Todavía nos quedaban casi 50 km o más para llegar a Benidorm y eran las cuatro y media de la tarde. Salimos enroscados con un viento de cara que parecía que íbamos para atrás que agonía y angustia para no llegar de noche. El terreno era quebrado sin mucho descanso en el que había que ir dando relevos para tomar algún respiro (vaya tela con el mini puerto de Las Canteras).
En un abrir y cerrar de ojos ya estábamos en Benidorm de día y con un calentón de mil pares. Pero con una satisfacción tremenda por haber disfrutado de esos tres días a tope.
Me ha encantado la zona, terreno duro en el cual se respira un ambiente ciclista inmejorable.